miércoles, 9 de mayo de 2007

Historia de una Almeja



HISTORIA DE UNA ALMEJA

(o de Un Celular Pérdido)


Cuando le conté lo sucedido me dijo: Tienes que escribirlo!!!

…“El niño delincuente es una víctima, más que un victimario. La inmensa mayoría de los niños trasgresores son de familias humildes, a los cuales el Estado no les ha dado nada: ni educación, ni salud ni vivienda, ni alimentación ni seguridad de ninguna especie, no ha propiciado un clima social en que la familia pueda cumplir su esencial papel formador. Ese niño delincuente no está libre del temor y de la miseria, como dice la Declaración Universal ¿con qué derecho el Estado lo puede encarcelar, por afectar la seguridad de los otros? Y en estas condiciones, no habiendo nacido libre e igual en dignidad y derechos, ¿cómo podemos exigirle que se comporte fraternalmente con sus semejantes?”…[1]


El día miércoles 25 de abril –como muchos sabrán- desde nuestra oficina “se perdió” un celular (tipo almeja). Profundo malestar al enterarnos que quién sustrajo el aparato fue uno de “nuestros niños” –como algunos les llaman-. En un acto rápido “el llevador” haciendo uso de sus REDES, redujo la almeja a 15 mil pesos.

Todo un alboroto se generó cuando Gerardo, haciendo uso de sus técnicas persuasivas, fue a buscar a quienes en algún momento del día habían estado en la oficina. Sin mediar acusación alguna, muchos de ellos se hicieron presentes para “dar cara”, enterarse de lo ocurrido y comenzar a tejer hipótesis sobre quién habría sido. De inmediato partieron a buscar al “sospechoso”, mientras acá nosotros asumiendo el costo de querer vincularnos con ellos.

A pesar de la sorpresa de que en un par de horas nos tuvieran el nombre del llevador, el valor en que la almeja fue reducida y el lugar dónde se encontraría esta almeja no marina, la incertidumbre nos mantenía presos.

Finalmente, el jueves se vino “el piño” a buscarnos planteando que la alternativa era ir a conversar con el comprador, que ellos ya habían ido y que nos acompañarían. A las 15 horas partimos por calle Siberia hacia el oriente: Mª Angélica, Gerardo, el Piño y yo. Nuevamente hubo sorpresa cuando, al llegar a la casa en cuya puerta se encontraba un niño que tuve la oportunidad de conocer en el campamento “Tren de la Infancia”. “Esto puede facilitar las cosas” –me dije-, pues los ánimos no estaban muy buenos, por una parte Jalopitas alterados en busca de la almeja por otro lado MªAngélica nerviosa.

Calmao cabros dejen que converse el tío –sabiamente dijo uno-.

Luego de la conversa conseguimos que nos dieran un plazo para juntar el dinero: A nadie le gusta perder…

Nos vinimos, “El Piño” masticando la rabia de lo que consideraban una derrota, nosotros un tanto más tranquilos por el acuerdo logrado.

Caminando uno dice: ¡¡Siempre va a ser mejor conversar las cosas!!

Ese día durante la tarde uno de ellos viene a ofrecer 5 mil para recuperar el teléfono (guau).

Más tarde, el “llevador” viene “a dar cara” y nos dice: “Me tenté, el celular estaba ahí y me lo llevé… Pero tíos no fue para nada malo, con la plata compré un gas para la casa y le llevé plata a mi taita que está preso”.

Fue significativo para nosotros ver cómo opera el control social entre ellos, cómo castigan sin denigrar, cómo solidarizan y se comprometen cuando quieren, y sobre todo como nos dicen “que nosotros damos cara” –cuando así también lo quieren-.

Séptimo Mandamiento: NO ROBARÁS

¿Cuántas veces se logrará tener de vuelta un celular que ha sido recuperado?

El día lunes recuperamos el celular, si quieren contactar a María Angélica este es el número: 95073574